03 noviembre, 2020

La apicultura ecológica enriquece la biodiversidad y combate la España vaciada

Las ciudades buscan alternativas más ecológicas y sostenibles para reencontrarse con la naturaleza y “escapar” de los contaminados entornos urbanos y las insanas aglomeraciones

A su vez, las pequeñas poblaciones españolas buscan atraer a los decepcionados con las prisas del supuesto progreso digital, y así contribuir también a luchar contra la “España vaciada”. Para lograrlo, hay múltiples proyectos, por toda la geografía española.

Uno de ellos amalgama varias ideas: fomentar la sostenibilidad y la biodiversidad, contribuir a que los pueblos no se vacíen y crear puestos de trabajo a escala local. Es el que desarrolla el entusiasta experto en apicultura Miguel Ángel Casado, expresidente de la Asociación Española de Apicultores y de la Asociación de Apicultores de la Alcarria, junto con un grupo de profesores igual de comprometidos que él del Instituto de Formación Profesional Sierra de la Virgen en Illueca (Zaragoza), un pueblo de 3.000 habitantes de la comarca aragonesa del Aranda.

Miguel Ángel es además alcalde de su pueblo, Hombrados, provincia de Guadalajara, a 18 kilómetros de Molina de Aragón, que cuenta con apenas 32 habitantes, aunque pronto, confía su alcalde, “llegarán más personas para establecerse”, cuando la situación sanitaria lo permita, intentando alejarse de las restricciones y las aglomeraciones, especialmente en estos complejos tiempos de pandemia.

Y es que comarcas como la de Illueca han sufrido una “sangría” de población en los últimos años debido a una crisis económica que, sobre todo desde 2008-2009, ha castigado duramente a una de sus principales industrias locales, la del calzado.

Como contrapartida positiva, desde hace un par de años muchas personas emprenden el camino de retorno al mundo rural, lejos de la presión urbana, aunque para ello hace falta crear las condiciones laborales adecuadas, sobre todo si se trata de volver a atraer a los jóvenes.

Las zonas de actividad del proyecto de “industria apícola sostenible” de Casado se sitúan en varias comarcas entre Zaragoza y Guadalajara. Y es que Casado es apicultor (y profesor) trashumante: traslada sus colmenas y sus cursos académicos de apicultura allí donde los terrenos son más favorables y donde le piden ayuda para contribuir a fomentar la biodiversidad local.

Pero su esforzada cruzada en pro de la “bio-apicultura” no se centra sólo en la producción de miel biológica. Su entusiasmo le ha llevado a formar a alumnos, sobre todo jóvenes, pero también de mediana edad y mayores en esa actividad que, asegura, “contribuye decisivamente a fomentar la biodiversidad”.

Pequeñas poblaciones y pandemia

“Se está notando que con la crisis de la covid la gente está empezando a valorar mucho más lo que tenemos en los pueblos, porque se vive con menos dinero, en un ambiente natural. En Hombrados ya hemos recibido en los últimos meses varias peticiones de personas que apuestan por venir a instalarse aquí definitivamente. Tenemos desde personas con ganado, con cabras, hasta otras que estudian desarrollar un proyecto de ‘turismo apícola-rural’ en la comarca”, asegura Casado.

Una de las actividades que más atraen a quienes quieren instalarse en el pueblo es la “miel de hornos” (se trata de unas construcciones de adobe y tejas destinadas a servir de morada a las abejas y obtener de ellas la miel de máxima calidad).

“Este sistema permitiría, por ejemplo, que una persona con una familia de cinco miembros pudiese ganarse la vida aquí”, asegura Casado.

Futura generación

Pero Casado y sus colaboradores van mucho más allá de combinar respeto con el medio ambiente y rentabilidad. Han abordado un proyecto innovador en España: la enseñanza de todas las modalidades de la apicultura tradicional. Una “asignatura” que siguen unos 20 alumnos, de entre 14 y 18 años, en el Instituto de Formación Profesional “Sierra de la Virgen” de Illueca.

“Tiene mucho éxito y este año, a pesar de la covid, lo estamos desarrollando con todas las medidas de seguridad necesarias”, asegura Casado, quien explica los contenidos de este curso tan especial: “se les enseña cómo hacer para crear su propia empresa apícola, cómo gestionarla, cómo organizarla desde el punto de vista económico, y qué productos produce una colmena. Les enseñamos desde lo más básico hasta la inseminación artificial de la abeja reina. En España, aparte de nosotros, muy pocos productores apícolas enseñan todo ese proceso”, subraya.

El entusiasmo, el esfuerzo y el compromiso de Casado con la actividad apícola y con su derivada académica es compartido, entre otros colaboradores, también por Laura Provincial, una de las profesoras del Instituto de Illueca, encargada de impartir algunos de esos cursos, con una duración media de dos años.

A pesar de la pandemia, en el curso 2019-2020 se dieron clases con “normalidad”, y, aunque la situación no es fácil, tienen la ventaja de vivir en una zona rural donde la covid no ha hecho tantos estragos, y por ello son optimistas de cara al inmediato futuro, según asegura la docente.

El Instituto de FP de Illueca imparte en estos momentos “dos ciclos formativos: una formación profesional básica en aprovechamiento forestal y otro, que es su continuación, centrado en aprovechamiento y conservación del medio natural”. A partir de ahí, con el asesoramiento de Casado, surgieron ideas para dar un enfoque nuevo a esos cursos, explica.

“Vimos que en una parte de las enseñanzas oficiales de FP en la comarca del Aranda se prestaba mucha atención a cuestiones como la madera y la biomasa, pero no se abordaba casi nada la apicultura ni la obtención de productos de la colmena. Pensamos que era una buena idea diferenciarnos de otros centros educativos y apostar por la apicultura”, subraya.

La ilusión de los alumnos

La misma energía que transmiten Miguel Ángel Casado y Laura Provincial, además de otros docentes, es compartida por alumnos como Álvaro Andaluz, de 18 años, quien tras acabar la Formación Profesional cursa primero de Grado Medio de “Aprovechamientos Forestales”.

“Tenemos tanto clases teóricas como prácticas. En caso de mal tiempo, siempre estamos en el taller preparando el material y aprendiendo nuevas técnicas. Normalmente cada mañana, en un día de curso, solemos comenzar muy pronto con el mantenimiento de las colmenas, algo esencial, pero también le dedicamos muchas horas a las tareas de repoblación forestal de toda la zona”, señala.

“Al principio ni me planteaba la apicultura. Para mí era un mundo nuevo y desconocido. Poco a poco fui aprendiendo más de la actividad, gracias a Laura y a mis otros profesores, y al final he acabado yo mismo muy entusiasmado”, comenta Álvaro. “Ahora sí que estoy pensando seriamente en desarrollarlo como actividad profesional de futuro”, agrega.
Ese entusiasmo de los jóvenes por las tareas vinculadas a la agricultura y a la naturaleza es fundamental para garantizar un relevo generacional.

En España y en el resto de la Unión Europea (UE) más del 90% de los agricultores y ganaderos son mayores -muchos próximos a la jubilación- lo que genera un problema cuya solución pende de la combinación de una tríada mágica: acceso a la tierra, rentabilidad y amor al campo.

Palanca para la biodiversidad


Uno de los mayores beneficios de la apicultura sostenible, opina Provincial, es la potenciación de la biodiversidad a escala local. “En ese sentido, nuestro proyecto es transversal. No sólo lo tratamos como un simple aprovechamiento forestal si no que, por ejemplo, en los módulos de enseñanza de producción de plantas en vez de plantar pino y carrasca (encinas/quercus), que son ya muy conocidas en la zona, planteamos producir plantas melíferas (o flora polinífera: tilo, eucalipto, avellano, madroño, encina, sauce…) y aromáticas”, explica. Todo ello, para favorecer la tarea polinizadora de las abejas.

“La abeja es una muy buena polinizadora. Nosotros montamos colmenares que contribuyen a polinizar flores. Estamos contribuyendo a crear una biodiversidad más rica y variada. Hemos comprobado que cuando se instalan colmenas en lugares donde antes no había, las floraciones son más intensas y con especies de flores que no se veían anteriormente. La abeja es clave para la biodiversidad. Me gustaría recordar una frase, atribuida a Albert Einstein, de que “si la abeja desapareciera del planeta, al ser humano le quedarían 4 años de vida”, recuerda Casado.

“La apicultura puede contribuir decisivamente a que la naturaleza vuelva a su ciclo normal. En estos momentos, y no sólo a raíz de la crisis de la covid-19, vemos descompensado todo el ciclo de la naturaleza. Los inviernos ya no son inviernos, la primavera ya no es primavera, el verano tampoco es verano. Hemos llegado a un punto en el cual no sabemos en qué época estamos. Todo eso son señales a mi juicio claras de la dramática realidad del cambio climático”, opina Casado.

Impulso a la flora y la fauna

“En la zona (de Illueca) donde tenemos instalado el colmenar, hay romeros, retamas, y muy poco más. No es una zona yerma pero no hay mucha vegetación. Nuestro objetivo es trasladar allí nuevas especies autóctonas de plantas, adaptadas a las zonas. Vamos a plantar caléndulas, tomillo, romero, lavanda, y también cultivaremos algunas especies de planta ornamental melífera para contribuir a enriquecer la zona en torno a nuestro Instituto”, agrega Provincial.

Esa actividad “también contribuye a mejorar y enriquecer la microfauna asociada, lo cual ayuda a que nuevos polinizadores acudan a esa zona, lo que también mejorará los cultivos y frutales a su alrededor”, explica la profesora.

Para contribuir a mantener esa actividad, además de la mano y los consejos expertos de Miguel Ángel Casado, en Illueca reciben apoyo financiero de la comarca del Aranda, con una subvención anual para los ciclos de la FP, y también del ayuntamiento local. Y aunque no soplan vientos económicos favorables, están esperanzados en seguir a buen ritmo en 2021 y más adelante, asegura Provincial.

No obstante, la apicultura ecológica también se enfrenta a varias amenazas. “Entre las más graves están los herbicidas y pesticidas como el glifosato y los neonicotinoides. Estamos metiendo demasiados venenos en el campo. Los apicultores, junto con otros sectores, estamos dando toda la batalla que podemos contra el glifosato”, explica Casado.

Turismo rural apícola


Por si fuera poco, a Casado, a Provincial y a otros entusiastas colaboradores del proyecto aún les queda tiempo para pensar en nuevas ideas relacionadas con el turismo rural y “apícola”. En Hombrados, explica Casado, ya trabaja para organizar pronto una ruta turística por las zonas de colmenares, visitando el cercano castillo de Zafra, donde se rodaron episodios de la temporada 6 de la serie “Juego de Tronos” (“Game of Thrones”), y también rutas verdes a caballo por la comarca.

“En estos momentos lo estamos promoviendo para facilitar actividades que ‘fijen’ a la población. Además de la apicultura, el turismo rural será nuestra segunda gran palanca económica, y ahora con más interés que nunca por la crisis del COVID, cuando la gente busca espacios verdes. Yo le llamo un `turismo silencioso’. Es gente que viene a descansar lejos del ruido”, explica Casado.

“Quizás también debido al fuerte impacto sanitario y económico de la pandemia, muchas personas están volviendo a las costumbres de antes, a tener sus cinco o seis colmenas, sus animales de granja y sus hortalizas para autoabastecerse. Al final, esta crisis ha permitido volver a buscar las raíces, regresar a los orígenes, a respetar más la naturaleza. Al menos tiene ese aspecto positivo”, asegura.

Fuente: Valencia fruits
FERNANDO HELLER. EFEAGRO.26/10/2020

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