Sus brillantes flores amarillas son, con frecuencia, excesivamente visibles en los maizales durante los meses de verano. Además de disminuir la cosecha de maíz, alberga el organismo productor de la roya blanca de los nabos y otras crucíferas.
Florece de marzo a septiembre.
Las semillas pueden permanecer enterradas durante muchos años y germinar repentinamente cuando, al arar el terreno, quedan cerca de la superficie, es por esto que, a veces, cuando se aran viejos pastos aparece la mostaza silvestre con profusión, pues las semillas estaban dormidas o en estado latente en el terreno desde que se labró por última vez.
En los campos en barbecho llega a dominar esta planta en forma tal que, siendo una alegría para el apicultor, constituye la desesperación del agricultor.
La miel que se obtiene de la mostaza silvestre es de una excelente calidad, de un color brillante, desde incolora a ámbar pálido y de sabor suave. Cuando fresca y reciente puede tener un ligero sabor picante que recuerda a la mostaza y que deja una débil sensación de ardor después de probarla, pero esto desaparece a medida que la miel madura.
En esta miel, la característica más notable, es la rapidez con que granula, pues, expuesta a la luz puede incluso hacerlo en tres días, y con frecuencia lo hace mientras permanece en la colmena. Por estos motivos debe siempre extraerse sin demora; si se deja unos días en el ex tractor puede endurecerse, con la consiguiente y desagradable sorpresa del apicultor cuando lo descubre.
Este carácter de rápida solidificación resulta de utilidad cuando se necesita una miel sólida en pequeña cantidad. También es útil para mezclar a otras mieles líquidas con objeto de hacerlas granular. Añadiendo a la miel de trébol blanco una pequeña cantidad de ésta se obtiene un producto de gran calidad, de color blanco puro y casi sólido.
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