El vuelo de las abejas.
El vuelo de las abejas ha sido hasta
hace poco un misterio para los expertos, porque según las leyes de la
aerodinámica las abejas no deberían poder volar, debido a las pequeñas
dimensiones de sus alas en relación con su cuerpo. Pero evidentemente,
vuelan. En este artículo, intentaremos explicar cómo lo hacen.
Las alas de las abejas.
Nos preguntaba el otro día un visitante
sobre el número de alas que tiene una abeja. Pregunta aparentemente
fácil, pero no tanto, porque mucha gente piensa que tienen dos, cuando
realmente son cuatro.
Efectivamente, son dos pares de alas,
uno a cada lado del cuerpo, los que posibilitan el singular vuelo de las
abejas. Estos dos pares de alas, están adaptados para mantener un vuelo
rápido, pero también para soportar una carga, matiz imprescindible para
las tareas de recolección, que es uno de los principales objetivos del
vuelo de las abejas. El segundo par de alas es de menor tamaño que el
primero, y estando la abeja en reposo se encuentra plegado bajo el
primero. Cuando la abeja emprende el vuelo, “despliega” este segundo par
de alas, y lo engancha al primero mediante una serie de garfios.
Ambos pares de alas, están reforzados
por una serie de nervaduras por cuyo interior circula la hemolinfa (la
sangre de las abejas). Las alas, en contra de lo que pudiera pensarse,
no tienen músculos propios, siendo sus movimientos producidos por los
músculos del tórax, que es donde se insertan al cuerpo de la abeja; la
contracción alternativa de los músculos transversales y longitudinales
es lo que hace que las alas se muevan arriba y abajo.
Desde hace muchos años se viene diciendo
que, desde el punto de vista teórico, las abejas no deberían poder
volar, pues según el tamaño de sus alas, el peso de sus cuerpos y la
aerodinámica conocida, los cálculos dicen que su vuelo no es posible.
Según los cálculos, el problema fundamental radica en que sus alas son
tan pequeñas que no deberían producir suficiente sustentación durante el
vuelo. Pero es evidente que vuelan.
El misterio del vuelo de las abejas
El mecanismo aerodinámico que da
respuesta a esta pregunta, era un misterio hasta hace poco, y ha sido
descubierto hace poco por investigadores del Instituto Tecnológico de California. Es básicamente el siguiente:
A diferencia de otros insectos voladores
que baten las alas entre los 145 y 165 grados, las abejas las baten
menos de 90 grados pero lo realizan a mucha velocidad, a una frecuencia
de 230 aleteos por segundo. Utilizan un patrón mixto de aleteo menos
eficiente que el aleteo amplio y más lento de otros insectos a pesar de
su necesidad de volar lejos en busca de alimento y volver, pero al mismo
tiempo pueden conseguir mayor sustentación cuando la necesitan, como al
llevar cargas pesada como el néctar y el polen.
La razón de la velocidad anómala del
aleteo de las abejas es sencilla, y viene determinada por sus propias
necesidades, dado que las abejas dedican gran parte de sus vuelos a
permanecer suspendidas en el aire, ya sea mientras recolectan el néctar o
polen de las flores, ya sea en maniobras de aterrizaje, en las que el
tremendo peso que deben transportar se convierte en una dificultad
añadida.
La técnica de las abejas, que ha sido
calificada de insólita, consiste en que “el ala se mueve hacia atrás en
un arco de 90° y mientras vuelve hacia delante va girando. Dicho proceso
se repite doscientas treinta veces por segundo. […] Se parece a una
hélice en la que, además, la paleta rotara”, según explica un miembro
del equipo de investigación.
El descubrimiento de esta singularidad,
podría ayudar a los ingenieros aeronáuticos a diseñar hélices más
eficientes o aeronaves de alta maniobrabilidad.
La velocidad del vuelo de la abeja
Según el investigador austriaco Karl von
Frisch, la abeja melífera puede llegar a alcanzar una velocidad máxima
de 29 km por hora cuando vuela sin carga desde la colmena hasta su
fuente de alimentación, y con viento en calma. Aunque por supuesto, esa
velocidad se reducirá si el vuelo de la abeja se produce cargada de
néctar o polen. A modo de referencia, cabe aquí indicar que una persona
que no es atleta profesional puede correr a una velocidad de entre 25 a
29 km por hora durante unos cien metros, por lo que en caso de que nos
persiguiera una abeja, es fácil que nos acabase alcanzando.
¿Y en comparación con otros insectos?
Para amenizar un poco esta entrada, os invitamos a ver este simpático
vídeo de la serie de animación Minuscule, donde un caracol, una avispa,
una mariquita, una mosca, una libélula y una abeja de la miel compiten
por ver quién es más veloz. ¿Quién creéis que será el ganador?
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